jueves, 18 de junio de 2009

Qué divertido es viajar

Berlín me ha cambiado pero tampoco demasiado. Sí, es cierto, últimamente me siento algo menos borde, con menos complejos (o más impertinente, según se mire) y me caen bien los perros, hasta he jugado con algunos y les he dejado que me chupen la mano. Pero hay cosas que siguen igual. Por ejemplo, sigo sin soportar a los niños. Y da igual de que nacionalidad sean, que no hay manera.

En el vuelo de hoy, sin ir más lejos, me han entrado unas ganas terribles de pedirle permiso al sobrecargo para abrir la puerta de emergencia y lanzar por ella a un crío rubito británico. No es porque fuera británico o rubito, sino porque me lo han colocado detrás en el avión y me ha venido dando tooooooodo el trayecto Berlín-Madrid (1.866km, 2 horas y 55 minutos).

La criatura ya tiene una edad, que yo lo he visto tirando de una mini-maleta con ruedas en la puerta de embarque. Niño, si puedes llevar tu propia maleta, puedes estar tranquilito durante un vuelo y dejarme vivir durante tres horas. Yo no sé por qué sus padres pensaron que no tenían suficiente con tres hijos, se podrían haber ahorrado el cuarto.

Para un futuro: si en algún momento de mi vida tengo que hacer un vuelo de 3 horas o más, recordadme que lleve tapones para los oídos. O, al menos, que recargue la batería del iPod antes de salir de casa.

3 comentarios:

  1. Si que has venido cambiada, desordenas las letras. Bienvenida al club de la dislexia, jaja.

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  2. Con eso de la edad para llevar la maleta me acabas de recordar a un medio colega que solía soltar perlas como: si tiene edad para beber tiene edad para cualquier cosa... afortunadamente lo de las maletas no es tan drástico...

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  3. A mí los niños me encantan, ya lo sabes, pero puedo hacer una excepción si me dan el viaje. A más de uno le he dedicado una mirada asesina y me han quedado ganas de sacudir a su papi una patada en la entrepierna. Hazlo la próxima vez.

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