Casa de una familia alemana en Berlín un jueves por la tarde. Llaman al timbre. El padre deja de jugar con el niño y abre la puerta. En el descansillo, hay una chica morena con gafas. Lleva unos vaqueros desgastados, unas deportivas de tela, una cazadora negra y una mochila. La chica saluda al hombre con un tono agradable y un marcado acento español.
- ¡Hola!
- Hola
El hombre se extraña. Más aún cuando la chica saca una cartulina azul.
- Disculpe, ¿tiene un paquete para mí?
El hombre comienza a comprender lo que ocurre y se ríe. La chica se da cuenta y responde con una sonrisa.
- Sí, desde hace tiempo
- Sí, lo sé. Es una larga historia. ¡Muchas gracias! Adiós
- De nada. Adiós
Pues la larga historia se puede resumir en que las señoras funcionarias de Correos no han sido capaces de explicarme que lo que el puñetero papelito azul quería decir es que hace DOS SEMANAS que el paquete que recibí está en casa de mi vecino. Menos mal que el señor ha sido simpático y no lo ha tirado por la ventana.
Ahora sólo falta saber qué ocurrió con el paquete de mi madre. Ya sabéis, aquel que retuvieron en la aduana durante una semana y que, se supone, lleva varios días en Alemania.
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Yo tentativamente probaría a tocarle a todos los vecinos...
ResponderEliminarJajajaja. Lo que te digo, te mandó una tortilla de papas y se la han zampao, si es que las madres son asín.
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